Aquí
es donde beso al ser amado (mi picachú), a mi bebé, a mi guerrero, para despedirlos
cada mañana y desde donde le pido a Dios, que los cuide todo el día, aquí es donde lavo
los trastes del desayuno, comida y cena. Aquí sirvo y tengo mi pequeño mundo con ropa
sucia, polvo.
Desde
aquí trato de ordenar la vida es tirando el gasto y cuidando de todos los que
amo. Barro, plancho, trapeo, saco la basura, arreglo mi jardincito.
En
mi convento (así le llamo), no hay corredores apacibles y silenciosos, no
tengo que curar leprosos ni visitar enfermos.
Tengo que curar golpes, rodillas raspadas y frentes con calentura, aliviar, dar aliento, motivación.
El
rezo del rosario, lo hago caminando para hacer ejercicio, vaya ni una meditación tranquila, porque el ruido de la
televisión me saca de mi contemplación.
Sin
embargo con cada sonrisa, cada bendición, con cada beso, cada “gracias” cada
grito de alegría…Le doy a Dios tanta gloria, como si estuviera en un convento.
Dios
quiere, a Dios le gusta que le de gloria
de esa forma, así le alabo con cada botón que coso, con cada
trasto que lavo, con cada trapito que
plancho. BENDICIONES
A TODOS.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario